Cuando las bajas temperaturas hacen que estar paseando por la calle sea una actividad casi impensable durante los meses de más frío, los grandes comercios recurren a uno de los mejores cebos para atraer clientes. Pero, ¿a qué nos referimos?
¿Las grandes campañas tipo “Black Friday”, los regalos de Navidad o las rebajas de enero? Negativo.
Nos referimos al calor. Pero no a un calor leve o a una temperatura de confort, sino a un calor que nos recuerda a Sevilla en pleno mes de agosto a las cuatro de la tarde.
Y esto es algo bastante común en los comercios de conocidas marcas de moda y en grandes superficies. La sensación la conocemos todos: al pasar por delante de sus enormes puertas abiertas de par en par a la calle recibes una bocanada de aire cálido que te invita a pasar dentro, aunque no tengas ninguna intención de comprar.
Y lo curioso es que en algún momento todos hemos caído en las redes, por ejemplo cuando has quedado con un amigo que se retrasa, optas por entrar en la tienda más cercana a recuperar un poco de calor mientras echas un vistazo a los productos.
¿Alguien ha reparado en la semejante locura que es tener 30° en un comercio con las puertas abiertas de par en par, mientras que en la calle la temperatura no llega apena a los 3° o 4°?
Estamos ante casos de derroche energético, que seguramente acarrearán grandes facturas eléctricas muy asumibles debido a que los beneficios conseguidos compensarán con creces. Sin embargo, ¿y si tuvieran que asumir una ecotasa municipal? Sería apropiado un impuesto acorde al sobrecoste ambiental y las consecuencias climáticas que genera el gasto desmesurado. Los empresarios que llevan a cabo este tipo de prácticas no están dentro de la dinámica en la que nos encontrados todos: han pasado del “quien contamina, paga” al “como pago, contamino”.
De esta forma el calentamiento global no va a parar, y llegaremos a un punto en el que las tiendas no podrán atraer a clientes con estas fórmulas, porque con los desajustes climáticos que se producirán acabaremos prácticamente por no poder pisar ni la calle.