Cuando las temperaturas son especialmente bajas, como estos días que estamos pasando con la llegada de la ola de frío, tendemos a poner la calefacción a unas temperaturas más altas de lo normal, y más altas de lo que es bueno para nuestra salud.
Sin duda se trata de una medida muy eficaz para evitar pasar frío en casa y mejorar la sensación de confort. Sin embargo, este hábito puede acarrear determinados riesgos para nuestra salud, especialmente para la piel.
Tener una temperatura demasiado alta en casa durante el invierno causa deshidratación de la piel. Esto sucede también cuando nos acostumbramos a ducharnos con el agua demasiado caliente. Ambas costumbres son agresiones físicas para nuestra piel.
Pero esto va más allá, además de que de por sí durante el invierno solemos tener la piel más seca, añadirle una calefacción demasiado alta o duchas con agua muy caliente, puede provocar la aparición de eczemas o sabañones, lesiones inflamatorias que causan picor y dolor. Este tipo de dolencias suelen estar relacionadas con problemas de la circulación superficial, que empeora con el frío.
Estas lesiones requieren un tratamiento concreto y un estudio para descartar posibles enfermedades graves que las causen (lupus u otras enfermedades autoinmunes). Una vez descartadas, la prevención es sencilla, pero requiere un poquito de constancia. Destacamos la importancia de hidratarnos bien antes de salir de casa, ya que las cremas además de hidratar, crean una barrera que protege la piel del frío y del viento. Además, hay que utilizar guantes y gorro cuando estemos al aire libre y continuar utilizando fotoprotección (aunque no tan alta como en verano).