Es bien sabido que calentar las casas durante los meses de invierno, especialmente en los lugares más fríos, cuesta mucho esfuerzo y necesita una gran inversión energética y económica.
¿Por qué cuesta tanto mantener una temperatura estable? Pues es muy sencillo, resulta que la gran mayoría de viviendas en España están mal aisladas, en un porcentaje muy alto, tanto del frío y del calor como de los ruidos.
Sobre todo las viviendas antiguas en las dos Castillas se protegían muy bien de las inclemencias del tiempo con las construcciones de adobe. Sin embargo fue a partir de los años 50 del siglo XX, cuando la energía se volvió muy barata, que las constructoras dejaron de prestar atención al aislamiento de los hogares.
Tanto el carbón como el petróleo eran accesibles para todo el mundo, incluso en grandes cantidades. Es en este momento cuando se nos olvidó que el objetivo a la hora de construir un edificio es el de proporcionar el máximo confort, pero con el mínimo gasto energético posible.
Ahora, cuando sobre todo el petróleo es un recurso escaso y muy caro, pagamos las consecuencias de la falta de aislamiento.
En Andalucía sucede algo parecido en verano respecto al exterior de sus edificios. En esta zona los edificios se encalaban todos los años después de Semana Santa. Así, el blanco reflejaba la luz del sol y las casas no se calentaban tanto los meses de más calor. Actualmente los edificios que se construyen son de ladrillo, de color rojo. Este tipo de viviendas absorben muchísimo calor, por lo que la gran mayoría de la población se ve obligada a instalar aparatos de aire acondicionado para refrescar el ambiente de sus hogares. Nuevamente recurrimos al consumo energético y al gasto extra.
Se puede combatir el frío, construyendo de forma lógica y a un precio razonable. El exterior de los nuevos edificios debe estar construido con envolventes exteriores aislantes. La solución más barata y natural es poner paredes con interiores de adobe (actualmente hay adobes sanos, comprimidos y de alta resistencia), pero también hay opción de poner aislantes de fibra de vidrio o de lana de roca en el interior de los tabiques.
Respecto a las ventanas, deben ser de vidrios dobles, de diferentes grosores para aislar tanto del frío como del ruido. Para habría que sustituir las ventanas originales por otras de vidrios dobles bien aisladas, y situar placas de pladur con forro incorporado en tabiques exteriores. Son muy baratos y solamente reducen el tamaño de la habitación en escasos cinco centímetros.
Soluciones a los problemas, hay casi siempre. Otra cosa es que se quieran abrir los ojos, o que a ciertas instituciones les interese o no implementarlas. Por cierto, todo esto frenaría en gran medida y de una vez por todas, el cambio climático.