Regular el consumo que se hace de energía, es la principal función de la válvula de termostato de un radiador, ya que es la encargada de la regulación del caudal de agua con el que se producen los cambios en la temperatura. De esta manera, ofrece la posibilidad de controlar y regular el climatizador en función de tus necesidades consiguiendo, a la vez, importantes ahorros de energía.
Teniendo en cuenta la diferencia entre la temperatura que hay en la estancia y la que seleccionamos, el funcionamiento es así:
En caso de que la temperatura seleccionada sea mayor a la de la estancia, el mecanismo de la válvula funciona abriendo el paso del agua al radiador. Así se consigue aumentar el aporte térmico y subir la temperatura hasta la que se ha indicado.
Por el contrario, si la temperatura seleccionada es inferior a la que hay en la estancia, el mecanismo se encarga de cerrar el paso del agua hacia el radiador consiguiendo reducir el aporte térmico con el correspondiente descenso del calor que emite.
Si la temperatura seleccionada es la misma a la que tenemos en la habitación, o una vez alcanzados los grados deseados, el mecanismo se establece y se mantiene en la misma posición.
No obstante, existen distintos tipos de válvulas termostáticas según su funcionamiento. Si cuenta con un cabezal mecánico, contará con un mando giratorio con escala para regular. En caso de tener un cabezal eléctrico, se ajustará la temperatura con un panel de control. También existe otra modalidad, electrónico a distancia, que se puede realizar estas funciones de control y programación con un mando a distancia.
Por último, y como ya mencionamos al principio, además de controlar la temperatura, con las válvulas termostáticas conseguirás también ahorros energéticos del gasto en calefacción de hasta un 25%.